El vidrio empañado por las lágrimas del tiempo,
las manos mojadas por la lluvia del recuerdo,
la marchitez de la flor en las cenizas del silencio.
El amor en su entierro…
sepultado en la memoria de los enamorados eternos.
Los sueños encerrados en imposibles verbos,
las luces del cielo apagadas por el suelo…
sin día por vivir las almas en el desierto,
sin vuelo por surgir las alas en su destierro.
(Osvaldo Huja, )
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